2007/06/22

Introducción



Querido y hasta odiado lector, te advierto de una vez con este simple comienzo. Cuando empieces a leer, no encontraras versos perfectos, ni rimas completas; veras que en mis “poemas” algo que ya casi nadie quiere ver y en tu cabeza, tu pensamiento crítico analítico solo será capaz de hacer una pregunta. ¿Quién te dijo que eras un poeta? Podría decirte que mis amigos y amantes leyeron con agrado mis “poemas” y aun sin entenderlos me dijeron que eran bellos, o que yo mismo una mañana me levante con el sol ocultándose de mí y me autonombre poeta; pero en realidad esto es tan solo un vago pretexto mío para decir lo que jamás pude gritar. Desde pequeño escribí en frases bellas, patéticas y hasta ya dichas lo que el mundo con sus fuertes manos me hizo callar. En medio de un caos de casi toda mi vida, sólo encontré un escape a lo que por mentira se podría llamar “poesía”. En realidad no soy como aquellos poetas que se rezagaron toda su vida hablando de las bellas cinturas de las mujeres, o de los paisajes que alguna vez vieron cuando el sol era piadoso con ellos. ¡No!, la verdad es que en mis “poemas” solo trato de contar aquello que los ojos no ven y los oídos no escuchan, me he tomado el atrevimiento de tratar de escribir y hasta gritos decir sobre el hombre y su esencia, siempre por medio de frases caóticas y absurdas. Digo “trato” porque en realidad quien podría describir aquella esencia del hombre; cuando en realidad él es un ser caótico, sentimental y a veces absurdo. Quien sería capaz de describir la esencia de aquel ser que dice: “la vida es bella aunque no sea color de rosas”, mientras en su corazón y pensamiento pide a gritos que la piadosa muerte se lo lleve, o aquel ser que siempre agonizante anda por las callas y cafés maldiciendo el mundo que le toco y su imperfección, cuando en realidad, aún no sabe cuál es aquel mundo que extraña. No son seres magníficos, ni tampoco ratoncillos de experimentación pero es gracioso ver cómo ven la vida a través de un reloj y la muerte tocando a su puerta, con el adiós eterno en su túnica negra y la llegada del eterno “fin”. Por eso lector, te advierto que de pronto por una leve casualidad de aquel círculo vicioso que es el destino te encuentres y no te encuentres, lo cual sólo sucederá por una única razón… y es que aún no me he podido sentar a hablar contigo. …esto no fue escrito en un día inspirado por la cafeína y el tabaco, sino porque he hecho lo que muchos no han logrado hacer… te he escuchado…

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